El caso KODAK
Kodak fue una de las empresas más conocidas en el mundo, posiblemente igual de famosa como lo son hoy Facebook, Netflix o Toyota. La empresa fue fundada en 1.889 en New York y en los siguientes 120 años llegó a convertirse en el referente mundial de la fotografía.
En los años 70 y 80, Kodak contaba con una participación de mercado en Estados Unidos de hasta 90% en el segmento de cámaras y rollos fotográficos, lo que le permitió contar con ingresos y utilidades elevados. Sin embargo, en 2012 hizo pública su quiebra y el cese de operaciones en sus mercados tradicionales.
Kodak no pudo mantenerse vigente en el mercado ante el disruptivo avance tecnológico en la fotografía digital, en especial, ante la aparición de los smartphones que redujeron significativamente sus ingresos por venta de cámaras y rollos fotográficos.
Desde un enfoque financiero, existen lecciones importantes para el manejo de nuestras finanzas personales que podemos extraer del caso Kodak.
Estrategia de administración del dinero
Cuando Kodak atravesaba un auge importante en ventas y utilidades, su principal objetivo fue distribuir la mayor cantidad de dividendos a sus accionistas. Si bien este es el objetivo final de toda empresa, el error de la compañía fue priorizar el corto plazo y no se ejecutaron acciones que permitan sostener en el negocio en el largo plazo. Cuando aparecieron compañías con grandes innovaciones tecnológicas, fue tarde la reacción de Kodak, lo que provocó la quiebra y la pérdida de riqueza para sus accionistas.
Entonces, con un importante nivel de Utilidad, Kodak destinó su flujo de caja al pago de dividendos a sus accionistas, convirtiéndola en una de las acciones más atractivas en Estados Unidos. El error de Kodak fue no destinar mayores recursos a la reinversión, es decir, a desarrollar nuevos productos, adaptar los productos a la nueva tecnología emergente en los años 90 y de esa forma mantener el liderazgo de mercado.
Analogía con las finanzas personales
Muchas personas y familias administran sus recursos financieros como lo hizo Kodak, exponiéndose a problemas financieros cuando las condiciones de vida cambian. Es común en las finanzas personales que no exista una cultura de inversión, es decir, se prioriza el corto plazo y se piensa menos en el futuro. Si las utilidades de una familia se destinan en su totalidad al gasto, la capacidad de ahorro se ve limitada de forma significativa.
Es en este punto en el que se diferencian las personas que logran generar y acumular riqueza en el tiempo. Sin importar el tamaño de los ingresos familiares, cuando se destina un flujo constante a la inversión, la capacidad de generar mayores ingresos en el futuro aumenta.
De esta forma, priorizando la inversión, en el tiempo se logran acumular activos, sean estos reales (inmuebles) o financieros (fondos de inversión, bonos, acciones) y recién a partir de estas inversiones es que se logra generar un dividendo que permite cumplir los objetivos más de corto plazo como viajes, lujos u otros.
Estudios han demostrado en todo el mundo que en primera instancia no es importante el rendimiento de la inversión, sino más bien la disciplina de destinar una parte de los ingresos a incrementar las inversiones.
En una siguiente edición vamos a mostrar casos reales de inversión para personas y familias que quieran comenzar a desarrollar un plan de largo plazo.